domingo, 3 de junio de 2007

A 40 años de la edición de "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band"

El disco más trascendente de Los Beatles surgió, paradójicamente, de la idea de enterrar a Los Beatles debajo de los cimientos de una banda fantasma. El grupo había dado su último concierto el 26 de agosto de 1966 en San Francisco y estaba harto del griterío de las fans y la fama. Ya no eran cuatro chicos uniformados con flequillos: estaban experimentando con drogas lisérgicas y se habían instalado en la época con lucidez (los mitificados sixties), sabiéndose causa y efecto.

Inspirado en Elvis —que si no podía concurrir a un sitio... ¡mandaba a su Cadillac!—, Paul McCartney pensó en inventar una banda de alter egos para mitigar las consecuencias del éxito. Ese fue el origen: a lo Elvis, "La banda de corazones solitarios del Sargento Pimienta" reemplazaría a Los Beatles. La idea —finalmente, una humorada— derivó en ese monumento pop y psicodélico.

Resulta estremecedor considerar que apenas cinco años antes, Los Beatles habían grabado en 13 horas el LP debut, Please Please Me, combinando covers y temas propios. En Sgt. Pepper utilizaron 700 horas, una orquesta con 90 integrantes, efectos especiales y hasta un fragmento de canción en un surco oculto del vinilo. El disco marcó hitos en diferentes direcciones: Desde lo musical, sí, pero también desde el diseño y el contenido de la portada. En un tiempo histórico en el que en el corazón de los jóvenes confluían el pacifismo anti-Vietnam con la guerrilla del Che Guevara, en el que en el Norte se aproximaba el Verano del amor con su distribución gratuita de LSD y en el Sur, por aquí, estallaba el Cordobazo, esa multitud de personajes —de Marx a Einstein, de Marlene Dietrich a Tony Curtis —simulaba presenciar un entierro de algo demasiado grande; ahí, en un costado, cuatro jovencitos beatles —provincianos y con cándidos trajecitos marrones— contemplaban estupefactos su propio sepelio.

Moría la beatlemanía pero, desde el encierro en estudios de grabación, nacía la banda más grande de todos los tiempos. Aquí hay que decir que tal vez Sgt. Pepper no sea el mejor disco de Los Beatles; es en todo caso el más significativo y el fin de una trilogía de progresiva experimentación que comenzó con Rubber Soul (65) y se cristalizó en Revolver (66).

El valor de Sgt. Pepper pasa por su poder iconográfico y por canciones puntuales cuyos títulos variarán de acuerdo al gusto del fan. Lucy en el cielo con diamantes está inspirado en un dibujo del entonces pequeño hijo de Lennon, Julian, y maneja una poesía deudora de Alicia en el país de la maravillas (a su vez influyó aquí a Spinetta: los árboles de mandarina y los cielos de mermelada tienen su correspondencia en la Muchacha, ojos de papel). Ella se fue de casa es una melancólica pintura de época que retrata con acidez la tensión generacional que había provocado el power flower. Paul es la voz narrativa de la partida de la chica de su hogar y John, a la manera de un coro griego, da la posición de los padres (otra vez, Spinetta: esta canción lo inspiró en otro tema del primer disco de Almendra, Laura va). En tanto, la hinduísta Within You Without You, de Harrison, inaugura la world music veinte años antes de que se la conociera con ese rótulo.



Pero la obra cumbre del disco, y tal vez de Los Beatles, es la que cierra el álbum, una manifestación artística rotunda del funcionamiento de Lennon & McCartney: Un día en la vida. Se trata de la conjunción de dos canciones diferentes, ambas sin terminar. La de John está originada en su lectura del Daily Mail del 7 de enero de 1967 (I read the news today, oh boy...); por su parte McCartney tenía un tema garabateado que comenzaba "woke up, fell out of bed" (me desperté, me bajé de la cama). Decidieron unir las canciones y, para eso, después de dejar transcurrir 24 compases, hicieron sonar un reloj despertador que marcaba el inicio de la parte de Paul. Además, pese a la resistencia de George Martín y la EMI por los costos altos, convocaron a una orquesta de 90 miembros que, en el medio del tema, debían comenzar por la nota más grave para ir subiendo a lo largo de esos 24 compases. Un detalle: el último acorde, el famoso acorde con el que finalizaba la escalada de la orquesta, fue tocado a ocho manos por John, Paul, George y Ringo en el piano en el que había estado tocando... ¡Daniel Barenboim!.

A cuatro décadas de su edición, resulta complejo medir las marcas que dejó Sgt. Pepper en la cultura occidental. Son incomensurables, e indivisibles de ese gran sueño colectivo que fueron Los Beatles. Hoy poco queda. El famoso álbum conceptual puede estar en MP3 sin tapa, sin letras, sin nada. Pero los corazones solitarios siguen siendo los mismos.

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